Narada solo le había contado un resumen de la historia y Valmiki sintió la necesidad de conocer todos los detalles. Así que se sentó en la posición de yoga y se sumergió en una profunda meditación. Como por un milagro, vio cómo toda la historia se desarrollaba frente a él, verdadera y vívida como si la estuviera presenciando en persona. Comenzó a escribirla, y así compuso el Ramayana.
Para cuando Rama regresó al trono de Ayodhya, Valmiki ya había completado la escritura del poema, que constaba de 24.000 shlokas. Después de terminarlo, pensó en cómo comunicarlo al mundo entero.
Un día, los dos príncipes Kusha y Lava que vivían en el bosque vinieron a visitarlo. No eran otros que los dos hijos de Rama nacidos después del exilio de Sita. Valmiki luego les enseñó el Ramayana, pidiéndoles que luego fueran a cantarlo por las ciudades del mundo. Los dos muchachos estuvieron felices de satisfacer el deseo del gran sabio. La fama de los jóvenes y la historia que cantaron se extendió rápidamente por todas partes.
Esta es una sección del libro “Ramayana (Tal como es)”, en Espanol.
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