Bhima encuentra a Hanuman

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“En el paisaje de la montaña, espléndido y saludable, Draupadi encontró la serenidad que era típica de su carácter.

Un día encontró una hermosa flor de loto con un aroma embriagante y dulce, y deseó tenerla en grandes cantidades. Así que corrió hacia donde Bhima y le dijo:

‘Bhima, mira qué hermoso es este loto. Huele su perfume. Seguramente, fue traída por el viento hasta aquí y habrá muchas más en el bosque no muy lejos. Por favor, consíguelas como sea posible, porque yo quiero plantarlas detrás de la cabaña.’

Después de todas las dificultades que había soportado, algunas flores eran demasiado poca cosa para hacerla feliz, por lo que el Pandava le aseguró que se las traería pronto. Se levantó y fue a buscarlas.

Cuando llegó a la espesura del bosque, comenzó a proceder con el impulso prepotente que le era peculiar, derribando árboles y causando un ruido tal que espantaba a los animales haciéndolos huir a los animales.

No lejos de allí, vivía Hanuman.

«¡Qué ruido tan raro! ¿Quién puede estar haciendo todo este alboroto? Será mejor ir a echar un vistazo», pensó.

Saltando de árbol en árbol estuvo próximo a Bhima. Lo vio avanzar con gran velocidad a pesar de cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino. No había ninguna duda de que la poderosa figura, que inspiraba un sentido de temor con sólo mirarlo, no podía ser otro que su hermano, nacido de la misma energía de Vayu: pensó que sería bueno un encuentro entre ambos. Luego se tendió en el suelo simulando ser un mono viejo y cansado, que se había quedado dormido en el medio del sendero.

Cuando Bhima lo vio, le dijo:

‘Muévete, que debo ir a buscar algunas flores para mi esposa. No puedo perder mi tiempo, déjame pasar. Si choco contigo, podría causarte daño.’

‘Estoy demasiado viejo y cansado y no puedo ni moverme. Pero ya que eres joven y fuerte muéveme tú mismo, o si tienes tanta prisa, salta por encima de mi cuerpo.’

‘No es correcto saltar por encima de nadie’, respondió Bhima, ‘porque en el cuerpo de cada entidad viviente reside el Señor Supremo en la forma de Paramatma y es ofensivo pasarle por encima. Pero ya que estás tan viejo, te moveré hacia allí.’

Ante la idea de que Draupadi esperaba por las flores de loto y un poco irritado por la pérdida de tiempo, Vrikodara agarró a Hanuman por la cola y con indiferencia procedió a arrastrarlo; pero cuán grande fue su sorpresa cuando se dio cuenta de que no lo podía mover ni un milímetro. Asombrado por tanto peso, agarró su cola con ambas manos y le dio un poderoso tirón, pero el resultado no fue diferente. Volviéndose hacia el mono vio que este le estaba mirando burlonamente. Entonces Bhima, al máximo de la ira, lo tomó con toda su fuerza, pero el resultado no fue mejor.

‘¿Quién eres tú?’ preguntó en ese momento ya en un tono humilde. ‘Pareces estar privado de energía, más por resistir mi fuerza debes ser algún Deva, algún Gandharva o algún asura fuerte. Dime quién eres.’

El mono se puso en pie y sonrió.

‘Soy tu hermano Hanuman, nacido de tu mismo padre, el Deva del viento. Hace millones de años ayudé a Sri Rama para erradicar la plaga de Treta-yuga. Desde hace muchos miles de años vivo en estas colinas y hoy, apenas te vi, sentí un gran deseo de hablar contigo.’

Bhima, finalmente reconoció al Vanara Hanuman y lo abrazó con afecto fraternal. Luego se sentaron a hablar.

‘Conozco los problemas que te aquejan y estoy seguro de que gracias a tu fuerza y al valor de Arjuna tendrán la ventaja sobre el malvado hijo de Dhritarastra. Yo también deseo participar en la guerra, como en Lanka. Aunque no combatiré en persona, estaré en la bandera del carro de Arjuna y lanzaré gritos de guerra que asustarán de muerte a sus enemigos. Además, en esta batalla, mi Señor Rama estará presente como parte de Krishna, por lo que no podrías dejar de vencer.’

Después de conversar un rato, Bhima le pidió a su hermano que le mostrara la forma física con la que había llevado a la montaña en Lanka, y Hanuman se expandió de una manera prodigiosa. El Pandava se quedó atónito ante esa maravilla.

Después, Hanuman abrazó a su hermano y desapareció.

 

Entonces Bhima recordó la motivación por la cual estaba allí. Ahora más que nunca y determinado a hacer feliz a Draupadi, continuó impetuosamente siguiendo el dulce aroma de las flores, y empezó nuevamente a subir la montaña.

De repente, en medio del bosque, se encontró en frente de bellos jardines, ricos en plantas y en todo tipo de flores de extraordinaria belleza; y allí en un pequeño lago custodiado por numerosos y robustos Rakshasas de aspecto bastante amenazador, vio los lotos tan deseados por Draupadi. Sin tomar en cuenta a los guardianes, Bhima se sumergió en el lago y comenzó a recogerlos en gran número.

Inmediatamente los Rakshasas intervinieron diciendo:

‘Para, tú, si no quieres morir. Este es el jardín personal de Kuvera, el Deva de la riqueza, y nosotros tenemos el deber de protegerlo e impedir la entrada de los intrusos. Nadie más que él puede entrar y salir con vida. ¿Quién eres tú?’

‘Soy Bhima, el segundo de los hijos de Pandu, y vine aquí para conseguir estas flores de loto para mi esposa, contestó. No tengo miedo de nadie, y mucho menos de ustedes. Sus amenazas no me impresionan, así es que no me molesten si desean mantenerse con vida.’

Los Rakshasas, todos altos como montañas y con rostros terribles como el de la muerte, no tolerando aquellas provocaciones, se precipitaron con vehemencia al ataque. Saliendo del agua con la violencia de un dragón enfurecido, el invencible Pandava se abalanzó en contra de este nutrido grupo y lo convirtió en un baño de sangre. Entre los muchos, derrotó por fin al poderoso Maniman, quien era temido por todos.

Durante la lucha, hubo alguien que logró escapar de los golpes de Bhima y corrió adonde Kuvera para ponerle al corriente del incidente.

‘¿Un mortal llega hasta aquí sólo para complacer a su esposa, recoge mis flores y logra exterminar a mis Rakshasas? Es imposible. Quiero ir a ver quién es’, dijo Kuvera.

Mientras tanto, los otros Pandavas, preocupados por la ausencia prolongada de Bhima decidieron ir a ver, porque conociéndolo, estaban seguros de que se habría metido en algunos problemas. La devastación que este había causado durante el viaje les sirvió para seguir su pista.

Al llegar al lago, lo encontraron jadeante y rugiendo como un león, infundiendo el mismo terror de Yama. Utilizando como arma un árbol gigante, Bhima masacraba a cualquier Rakshasa que se atreviera a enfrentarlo.

Mientras tanto, Kuvera también llegó y, después de haber reconocido a Bhima, supo de inmediato lo que había sucedido. Apenas el hijo de Vayu, el Deva del viento, puso fin a aquella terrible masacre, los Pandavas lograron ofrecerle sus reverencias.

‘Yudhisthira’, dijo Kuvera, ‘me dijeron que un mortal había profanado mi lago y había matado a muchos de mis Rakshasas más potentes. Me preguntaba quién había podido hacer una cosa así, pero ahora sé que fue Bhima. Admito que mis guardianes han cometido un grave error al tratar de impedirle a Bhima recoger las flores.

Por favor, no te enfades con tu hermano; a veces es demasiado impulsivo, pero en realidad al matar a Maniman y a los otros me ha ayudado a liberarme de una maldición.

Te diré de cual maldición te estoy hablando:

Un día, mi fiel compañero Maniman y yo estábamos volando hacia un cónclave de los Devas, cuando en el cielo se vio al sabio Agastya dedicado a un severo ascetismo.

Su cuerpo se parecía al fuego, en llamas, como un segundo sol. Era una sola masa de energía y, en verdad, no se podía hacer nada más que admirarlo, pero mi amigo siguió su juego hasta un punto tal que defecó sobre su cabeza.

Agastya alzó la vista y nos vio; se encendió en ira y sus ojos parecieron devorar los cuatro puntos cardinales. Después dijo:

«Ya que tu amigo me ha insultado de esta manera, él y sus tropas perderán en la batalla contra un mortal y tú, que no le has impedido cometer el insulto, vas a sufrir por su pérdida. Sólo entonces serás libre de mi maldición».

‘Ahora que Maniman y sus soldados han muerto, yo estoy a salvo. Por esto debo dar las gracias a tu poderoso hermano.’

Después de contar esa historia a los Pandavas, Kuvera se marchó.

Aparte de ese incidente, pasaron los días en silencio, eclipsados sólo por la ansiedad de abrazar a Arjuna.”

 

Esta es una sección del libro “Mahabharata, vol. 1”, en Espanol.

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