Comienza la narración del Ramayana

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Comienza la narración del Ramayana

A orillas del Sarayu se encontraba la ciudad de Ayodhya, capital del reino de Koshala. La opulencia de este reino era indescriptible, especialmente en su capital.

Ayodhya medía 12 yojanas de largo (unos 153 kilómetros) y tres de ancho (unos 38 kilómetros) y era la ciudad más hermosa que jamás haya existido. Con toda esa opulencia, los ciudadanos estaban completamente satisfechos y felices.

El rey se llamaba Dasaratha. Era un raja piadoso y virtuoso, poseedor de todas las cualidades de los reyes más grandes de la tradición védica y tan valiente en el combate que nunca conoció la derrota. Dasaratha fue asistido por dos famosos brahmanas llamados Vasistha y Vamadeva. Los brahmanas en ese tiempo eran los guías espirituales, pero no solo proporcionaban educación espiritual, sino también cualquier otro tipo de educación necesaria para la vida terrenal. Los brahmanas eran los sabios, los intelectuales y los sacerdotes y eran muy respetados por todos los reyes de la época.

Dasaratha tenía muchos otros consejeros, todos famosos y respetados por su integridad, como Suyajna, Javali, Kasyapa Muni, Gautama, Markandeya y Katyayana. También, tenía ocho ministros, de los cuales el más conocido era Sumantra.

 

El deseo de Dasaratha

Sin embargo, a pesar de tener todas las opulencias que un hombre y un rey podían desear, Dasaratha no estaba feliz. La razón: no podía tener hijos. Tenía tres esposas, Kausalya, Sumitra y Kaikeyi, tres mujeres de noble cuna y de corazón virtuoso, pero quienes sin razón aparente no pudieron darle hijos. Un día, el rey llamó a sus consejeros y les dijo:

“Queridos, ustedes conocen el problema que me preocupa desde hace mucho tiempo. Es como una espina en el costado que no me da paz ni a mí ni a mis esposas. No he podido entender por qué no puedo tener hijos. El tiempo se acaba y no quisiera acercarme demasiado a la vejez antes de haber cosechado los frutos de la vida. Me gustaría saber a través de ustedes si los Vedas prevén sacrificios para propiciar a los Devas. ¿Es posible hacer algo para solucionar este problema? Todos ustedes son eruditos y han estudiado las Escrituras en todos sus detalles. Estoy seguro de que si algo se pudiera hacer, ustedes deben saberlo.”

“Buen rey,” dijo Vasistha siendo portavoz de todos los demás, “ciertamente hay un sacrificio que puede propiciar a los Devas, y estoy seguro de que ellos complacerán tu deseo. Este sacrificio es el Asvamedha. Sabemos que si lo haces, pronto tendrás un hijo que coincidirá exactamente con tus mejores deseos.”

Lo discutieron durante mucho tiempo. Finalmente, todos estuvieron de acuerdo en la necesidad de celebrar el Asvamedha-yajña.

Al día siguiente, Sumantra, dirigiéndose al rey mientras discutían la preparación del sacrificio, quiso contar una historia.

 

Esta es una sección del libro “Ramayana (Tal como es)”, en Espanol.

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