Los ministros dijeron:
Entonces aquel monarca volvió a su ciudad.
El Rishi del bosque tenía un hijo, nacido de una vaca, llamado Sringi. Era bien conocido, extremadamente poderoso, muy enérgico y se enojaba fácilmente.
Ese día, después de adorar a Brahma, Sringi se dirigía a su casa cuando un amigo le contó lo sucedido. Supo que le habían puesto una serpiente muerta sobre sus hombros y que él se había quedado inmóvil como un trozo de madera, sin reaccionar contra el hombre que así lo había insultado.
Las prácticas del Rishi eran virtuosas y sus discursos puros. Estaba contento y no tenía tacañería ni la menor mezquindad. Era viejo y observaba el voto de silencio. Era el refugio de todas las criaturas. Tal era el Rishi a quien tu padre injurió.
Pero el hijo de ese Rishi maldijo a tu padre con enojo. Aunque Sringi era solo un muchacho, tenía el brillo de la virilidad. Rápidamente tocó el agua y así habló enojado, ardiendo como un gran fuego.
Sringi:
He aquí mis poderes ascéticos. El furioso y brillante Taksaka, incitado por mis palabras, arderá con su veneno, dentro de siete noches a partir de hoy para que muera ese miserable que se atrevió a poner una serpiente muerta sobre el hombro de mi padre.
Ministros:
Dicho esto, fue al lugar donde estaba su padre y le contó la maldición que había pronunciado.
El mejor de los Rishis envió a tu padre a un discípulo erudito y virtuoso llamado Gauramukha. Después de descansar un rato, le contó todo al rey.
Gauramukha:
Oh rey, has sido maldecido por mi hijo. Taksaka te quemará con su veneno. Protégete a ti mismo.
Gauramukha habló en nombre de Samika Rishi.
Esta es una sección del libro “El MAHA-BHARATA, ADI PARVA ** Verso a verso con explicaciones de Bhaktivedanta ** Vol. 1 de 4”, en español.
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