Ekalavya el Nishada

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“Un día llegó a Hastinapura un joven de piel muy oscura con la ropa hecha hilachas, y con profunda humildad, le pidió al maestro que lo aceptara como estudiante. Drona lo miró con recelo.

‘Sabes que solo acepto en mi escuela jóvenes de sangre real, dijo, por lo que antes de tomarte bajo mi dirección es necesario que me hables de tus progenitores.’

El joven no pensó ni por un momento en mentirle a aquel que internamente ya había aceptado como su guía; él sabía bien que una relación importante como aquella con su propio maestro no podía comenzar con una mentira.

‘Me llamo Ekalavya, respondió suavemente, y mi padre es el Rey de Nishada. Sé que mi gente no se considera aryana, pero por favor te ruego que me aceptes de igual manera. Voy a ser para ti un discípulo fiel y me voy a empeñar al máximo por seguir tus instrucciones. No podría aceptar ningún otro Guru.’

A los Nishadas se les consideraba un poblado con costumbres bárbaras, y así Drona, a pesar de que había apreciado las palabras sinceras del joven, declinó gentilmente el pedido.

La decepción no cambió el pensar de Ekalavya, quien estuvo aún más decidido a sólo recibir instrucciones de Drona, por lo que se retiró al bosque y construyó una estatua de barro muy similar a quien ahora consideraba su Acharya y allí se ejercitó, adorando y venerando aquella forma.

 

Pasó un tiempo.

Un día, mientras los príncipes estaban en el bosque, uno de los perros se adentró en un claro donde Ekalavya estaba practicando. Al ver aquella figura alta y oscura, el animal se asustó y ladró, pero antes de que pudiera cerrar la boca de nuevo una serie de flechas se la bloquearon sin herirlo. Con aquel bozal insólito, el perro corrió espantado hacia sus dueños, quienes estaban asombrados de la hazaña de aquel desconocido arquero. Al tener conocimiento del hecho, Drona quiso explorar más sobre la cuestión y acompañado por Arjuna, buscó y encontró a Ekalavya.

El joven Nishada, tan pronto vio al maestro, cayó a sus piés con respeto.

‘¿Quién te enseñó a usar el arco de esa manera?’ preguntó él.

‘Mi Guru es Drona’, replicó el joven, ‘y recibo órdenes sólo de él.’

La cuestión era delicada. La población Nishada era tradicionalmente enemiga de los Bharatas y su falta de virtudes espirituales básicas los volvía enemigos potenciales de los Pandavas. Tenía que asegurarse de que Ekalavya no continuara progresando de esa manera y de que no se convirtiera en más hábil que Arjuna. Por un momento pensó en el asunto, y después dijo:

‘Si yo soy tu maestro, entonces me debes el Guru-dakshina.’

‘Estoy listo para darte cualquier cosa’, dijo Ekalavya. ‘Me parece irreal ser aceptado como tu discípulo, dime lo que puedo hacer.’

‘Quiero lo más valioso que tengas. Puesto que has aprendido a usar tan bien el arco, me tienes que dar tu pulgar derecho.’

Sin pensarlo, Ekalavya se lo cortó.

Aun estando mutilado de este modo, continuó practicando, y a pesar de todo, se convirtió en un arquero valiente, aunque perdió gran parte de su velocidad. De esta manera Drona había asegurado el futuro predominio de Arjuna en el tiro con el arco.

Unos años más tarde, antes de la guerra fatal de Kurukshetra, Ekalavya moriría matado por Krishna durante una pelea.”

 

Esta es una sección del libro “Mahabharata, vol. 1”, en Espanol.

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