“Un día, llegó adonde ellos un Brahmana sin aliento y visiblemente preocupado.
‘Ustedes son los hijos de Pandu’, dijo, ‘y son Kshatriyas. Su primer y más sagrado deber es ayudar a los Brahmanas, así que, por favor, no me abandonen. Los necesito.’
Yudhisthira respondió:
‘Pío asceta, no temas por nada. Cuéntanos cuál es el problema que te persigue y haremos lo imposible para resolverlo.’
‘Justo ahora’, dijo el Brahmana, ‘estaba encendiendo el fuego, apoyado por unos instantes de mi bastón Arani, cerca de un arbusto. Un ciervo que pasaba inadvertidamente me lo ha quitado. Aunque lo perseguí, él corrió a la velocidad del viento y no he podido llegar hasta donde está. Sin ese bastón no puedo encender el fuego sagrado. Por favor, recupérenlo y les voy a estar eternamente agradecido.’
Los Pandavas se precipitaron a la búsqueda del animal, pero cuando lo vieron y trataron de llegar a este, no pudieron. Como les había dicho el Brahmana, parecía que corría tan rápido como el viento. Los hermanos corrieron durante mucho tiempo bajo el sol caliente y después de mucho tiempo, cansados y desanimados, se sentaron a reposar bajo la sombra de un árbol, sintiendo la sensación de ardor por una sed insoportable.
‘Nakula, hermano mío’, dijo Yudhisthira, ‘sube a este árbol y mira a ver si hay algún lago o algún arroyo cercano donde podamos saciar nuestra sed.’
‘Hay un pequeño lago un poco lejos de aquí’, dijo Nakula después de haber bajado.
‘Ve a buscar agua para todos, porque estamos demasiado cansados.’
Feliz de finalmente poder beber, el Pandava corrió hacia el lago y tan pronto como llegó, se apresuró a llenar los envases. Pero al estar plagado por la sed, pensó en beber primero y entonces, una poderosa voz le detuvo.
‘¡Pare! Este lago es de mi propiedad y no puede beber de él. Si lo hace, usted va a morir. Pero si usted sabe cómo responder a mis preguntas, le concederé el saciar su sed sin peligro.’
Nakula miró a su alrededor y no vio a nadie. Apresurándose, bebió del agua y cayó envenenado.
Los otros esperaron durante mucho tiempo, entonces, al ver que no regresaba, Yudhisthira le pidió a Sahadeva que fuera a buscar a su hermano. En poco tiempo llegó al lago y vio a Nakula tendido en el suelo, sin vida. Desesperado no solo por esa tragedia sino también torturado por una sed insoportable, pensó en beber. La misma voz lo detuvo.
‘¡Pare! Si bebe de esta agua antes de responder a mis preguntas, va a morir.’
Sahadeva se encogió de hombros y bebió. También él, muerto por aquel veneno potente y misterioso, cayó al suelo sin vida.
La misma suerte le tocó a Arjuna y a continuación a Bhima.
Asustado por el inexplicable retraso de los hermanos y torturado por una sed insoportable, Yudhisthira en persona corrió al lugar, y allí encontró a todos sus hermanos extendidos por el lago sin vida. Pero aquella terrible sed prevaleció sobre el dolor de la muerte de sus hermanos; cuando estaba a punto de beber unas gotas, la misteriosa voz le detuvo.
‘¡Pare! Si bebe de esta agua antes de haber respondido a mis preguntas morirá igual que sus hermanos.’
Yudhisthira fue capaz de controlar la perturbación causada por la sed y respondió a las difíciles preguntas de carácter filosófico y moral.
Esta es una sección del libro “Maha-bharata”, en Espanol.
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