Un día, acompañado por su discípulo Bharadvaja, el Rishi Valmiki fue a las orillas del río Tamasa, no lejos del Ganges. El agua era cristalina y una suave brisa refrescaba el aire. El ambiente era encantador. Entonces decidió detenerse allí para sus abluciones diarias. Mientras se preparaba, admiró el verde bosque detrás de ellos, lo que hacía que el paisaje fuera idílico. ¡Cuánta paz! ¡Y cuánta belleza!
“¿Qué artista habrá sido el creador de todas estas cosas?” Pensó.
En la rama del árbol había un par de pájaros retozando. El sabio los miró, meditando serenamente. De repente la tragedia inesperada: una flecha disparada por un cazador oculto atravesó al macho, que cayó muerto. Su compañera parecía enloquecida por el dolor, tanto que ni siquiera podía escapar y corría el riesgo de ser asesinada también. Valmiki observó la dramática escena y sintió un profundo dolor por los pájaros, tan violentamente arrebatados de su felicidad. Entonces sintió que la ira brotaba de su corazón, incontrolable, y decidió maldecir al cazador. En voz alta, para ser escuchado, el sabio dijo:
“Golpea a dos pájaros mientras se aparean, y por esta innoble hazaña nunca obtendrás fama.”
El cazador huyó asustado, temiendo otras maldiciones. Mientras lo veía huir, Valmiki se detuvo pensativo. Algo se le había ocurrido. La maldición, ¿cómo la había pronunciado? ¿Cómo había expresado su dolor? Involuntariamente había expresado su enfado en verso perfecto, en una expresión simétrica y rítmica que también podía recitarse en música. En los días que siguieron, pensó durante mucho tiempo:
“Esta expresión que he creado sin darme cuenta es maravillosa. Parece hecho para recitar poemas incluso en música. Difundiré su uso por todo el mundo. Y como ella nació de mi shoka (dolor), sus versos se llamarán shloka”.
Desde entonces, los principales textos sagrados se han escrito en shlokas.
Esta es una sección del libro “Ramayana Tal Como Es”, en Espanol.
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