“Habían pasado exactamente cinco años desde la partida de Arjuna de Kamyaka, cuando los Pandavas notaron un fenómeno irreal que provenía desde la cima de la montaña: era una luz potentísima que deslumbraba como los rayos del sol en pleno verano.
Aplacada aquella extraordinaria manifestación, todos pudieron mirar hacia aquella dirección y ver un fantástico carruaje de guerra celestial, dirigido por Matali. En el carruaje, rodeado por un aura de gloria estaba Arjuna, quien mantenía apretado en su mano el arco Gandiva. Cuando descendió, corrió a abrazar a sus hermanos, a su esposa y a los Brahmanas. Y mientras estos estaban conversando felices por haberse reunido después de años de separación, apareció Indra, quien deseaba ver a Yudhisthira.
‘Virtuoso Rey’, le dijo, ‘pronto tu sufrimiento terminará y tus enemigos van a cosechar el fruto de lo que han sembrado. Voy a estar de tu parte, porque los hijos de Dhritarastra y sus compañeros son demonios encarnados en la Tierra y están causando demasiados problemas a la tranquilidad del planeta. También quiero darte las gracias por haber permitido que Arjuna viniera a Svarga. De hecho, me fue de gran ayuda, como él mismo te dirá en los próximos días. Ahora, vuelve a Kamyaka y deja que transcurran los pocos de años que aún les restan, después de esto la justicia será cumplida.’
Después de haberle bendecido, Indra y el auriga Matali desaparecieron.
Los días que siguieron fueron usados en su totalidad en escuchar a Arjuna quien contó con todo detalle los numerosos eventos que transcurrieron durante los cinco años que estuvo en los planetas celestiales. Entre otras cosas, les narró cómo había destruido la malvada población de Nivata-kavacha, de Paulama y de Kalakanja.
Les faltaba solo un año para completar el período prometido; después tendrían que pasar otro año de incognitos y terminarían los suplicios.”
Esta es una sección del libro “Maha-bharata (Vol. 1), en Espanol.
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