“El viaje duró meses.
En un momento dado, tuvieron que escalar cimas muy altas en dirección del Monte Mandara. Allí, en un breve tiempo, Arjuna vendría de los planetas celestiales. Desde el día de su partida habían pasado cinco años y nunca como entonces la nostalgia por el amado se había sentido tan intensamente; todos estaban ansiosos de abrazarlo.
Pero la travesía resultó ser agotadora, especialmente para la delicada Draupadi, quien no estaba preparada para esos enormes esfuerzos. Afortunadamente, estaba Bhima, quien no tuvo ningún problema para llevarla sobre sus espaldas.
En Badari estaban visitando el ashram en el cual Nara y Narayana habían hecho su penitencia cuando, cerca de aquella santa ermita de espiritualidad, estalló un poderoso huracán de tal intensidad que Bhima tuvo que resguardarse. No duró mucho tiempo, y así como había aparecido, de repente el viento cesó, dando paso a violentas salpicaduras de agua. Después de un tiempo, la lluvia paró y el sol volvió a aparecer aclarando el cielo. Pero aquella explosión de violencia natural había acabado con el último poco de resistencia que le quedaba a Draupadi, quien perdió la consciencia, agotada por la fatiga y las privaciones, por los constantes cambios de temperatura, por la falta de sueño y por la escasez de alimentos.
Inmediatamente, todos estuvieron cerca de ella, prodigándole sus atenciones.
Tan pronto como su esposa se despertó, Yudhisthira le aconsejó descansar. Y mientras tanto, viendo que se le había exigido demasiado a la heroica mujer, este buscó una solución.
‘Draupadi no puede caminar más por sí sola’, dijo finalmente a sus hermanos. ‘Alguien tendrá que cargarla en sus brazos. Por desgracia, también nosotros estamos cansados y estos picos son difíciles de superar. Tal vez Ghatotkacha y su potente Rakshasa podrían ahorrar nuestros esfuerzos llevándonos en sus espaldas’.
Bhima aceptó y llamó a su hijo, quien accedió a organizar el transporte de todos ellos hacia los picos del Himalaya. Sólo Dhaumya y Lomasa quisieron proseguir confiando en sus propios esfuerzos.
En Kailasha se detuvieron y pusieron un campamento.
Allí pasaron unos días felices recuperando la energía perdida.”
Esta es una sección del libro “Mahabharata, vol. 1”, en Espanol.
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