La dehinah, lo que está dentro del cuerpo, está libre de originaciones, mientras que la deha, el cuerpo, tiene un momento de creación e inmediatamente después sufre la destrucción. También encontramos un elemento adicional de razonamiento: el observador, el alma, debe necesariamente distinguirse de lo observado (el cuerpo y los acontecimientos que le conciernen).
Baladeva Vidyabhusana luego dice que el cuerpo sufre seis tipos de transformaciones.
En la continuación del verso del Bhagavatam (11.3.39), Pippalayana Muni continúa con su razonamiento y dice que el prana, el aire vital que le permite a uno vivir, en cada estado de existencia hace que el atma mantenga intacta su conciencia. Esto también sucede durante el sueño o cuando se ve obligada a transmigrar a través de los cuatro tipos de cuerpos. Por tanto, el prana también es inmutable.
Por lo tanto, el atma también permanece siempre igual. Cuando “estamos despiertos” en el mundo material (es decir, interesados en la fantasmagoría del mundo engañoso) parece cambiante, pero es sólo una apariencia. Por otro lado, cuando vuelve a entrar en su conciencia trascendental, se vuelve obvio que es kutastha, inmutable. En cualquier caso lo fue, pero en el estado de realización el atma se sitúa en su propia conciencia original y real, por lo que su inmutabilidad se hace evidente.
Pero, ¿cómo se produce la liberación del alma? Cuando esta se libera de las superestructuras superfluas e irreales del cuerpo sutil. En ese punto se convierte en kutastha, libre de los upadhis, las causas principales del encarcelamiento.
Puede surgir una objeción: cuando todo, incluido el yo, está inmerso en el Absoluto, solo queda el vacío. Entonces, ¿cómo se puede hablar de atman inmutable?
La matriz budista de esta objeción es evidente. Jiva Gosvami responde en la sección cincuenta y cuatro:
“Cuando nos damos cuenta de nosotros mismos, recordamos el atma y mantenemos el sentido del yo”.
Cuando dormimos en la conciencia trascendental no recordamos nuestra identidad espiritual y creemos que somos parte de la materia. Cuando finalmente nos volvemos autorrealizados, no perdemos la sensación de ser algo. En otras palabras, la perfección espiritual no consiste en entrar en un estado de vacío, en el nirvana (es decir, en la extinción total), sino en el recuerdo perfecto de quienes en realidad siempre hemos sido. Por lo tanto, la individualidad es eterna y nunca se puede perder. Solo se puede olvidar durante un cierto período de tiempo. La teoría budista, para los Acarya Vaishnavas, es por tanto una herejía inaceptable.
Esta es una sección del libro “Tattva Sandarbha”, en Espanol
Para comprar el libro completo, haga clic arriba
Post view 502 times