Rama quedó impresionado por un detalle en la narrativa de Agastya y le pidió una explicación.
“Dijiste que Vaishravana había tomado posesión de Lanka, una ciudad que había sido ocupada por los Raksasas, pero en ese tiempo Ravana aún no había nacido. ¿Hubo acaso otra raza de Raksasas antes de Ravana?”
Agastya se preparó para responder al comentario de Rama.
“Al comienzo de la creación, Brahma creó las aguas del océano y algunas entidades vivientes para protegerlas. Pero estos seres estaban afligidos por el hambre y la sed. Incapaces de seguir tolerarando la situación, fueron a hablar con Brahma. El gran arquitecto del universo les dijo:
“Su deber es proteger estas aguas.”
Algunos de los que tenían hambre y sed dijeron:
“Las protegeremos.”
Otros dijeron:
“Comeremos.”
Brahma respondió:
“Aquellos de ustedes que han estado dispuestos a obedecer mis instrucciones y dijeron “las protegeremos”, se convertirán en poderosos Raksasas, pero aquellos de ustedes que no han estado dispuestos y han dicho: “comeremos”, se convertirán en Yakshas.”
Desde entonces, estas dos diferentes razas de seres comenzaron a existir.
Los poderosos líderes de los Raksasas eran Heti y Praheti. Este último se retiró al bosque para dedicar su vida a las prácticas ascéticas, mientras Heti quería encontrar una buena esposa. Por iniciativa propia se casó con Bhaya, la hermana de Kala, y tuvieron un hijo llamado Vidyutkesha.
Cuando llegó a la adolescencia, Vidyutkesha se casó con Salakantaka, la hija de Sandhya. Cuando Rakshasi dio a luz a su primer hijo, ella no lo quiso y lo dejó en un bosque en el Monte Mandara. El niño era brillante como el sol. Al sentirse abandonado, tuvo mucho miedo y lloró desconsoladamente. En ese momento, Shiva y Parvati pasaban por allí y escucharon el llanto del bebé. Entonces, Parvati quiso detenerse para ver qué estaba pasando.
Al ver al recién nacido, Parvati sintió una profunda compasión por ese niño abandonado y le pidió a su esposo que lo ayudara.
Entonces, Shiva de inmediato lo elevó a la edad de su madre y le otorgó la inmortalidad. También le concedió una ciudad encantada donde podía ir a cualquier parte sin restricciones. Al ver en sus corazones una predisposición particular hacia los placeres de la vida material, Parvati le dio a todas las Rakshasis el poder de dar a luz el día de la concepción y reconoció que sus hijos pronto crecerían hasta la edad de la madre. El niño nacido de Vidyutkesha y Salakantaka se llamó Sukesha.
Cuando el Gandharva Grahmani se enteró de que Sukesha había sido bendecido por Shiva, le ofreció a su hija Devavati en matrimonio. Tuvieron tres hijos: Malyavan, Sumali y Mali.
Estos fueron tres monstruos malvados que practicaron grandes austeridades y le causaron un gran sufrimiento a todos los que conocieron.
Después de mucho tiempo, Brahma les concedió las bendiciones que deseaban. Los tres Raksasas sabían que eran invencibles; solo podrían ser destruidos si peleaban entre ellos. Por lo tanto, la bendición que pidieron fue estar siempre llenos de amor fraternal el uno por el otro. Brahma los hizo aún más fuertes y los bendijo para que disfrutaran de una larga vida.
Sintiéndose victoriosos, comenzaron a viajar, matando y saqueando a su paso.
Un día, fueron a ver a Visvakarma, el arquitecto de los Devas, y le pidieron que les construyera una ciudad proporcional a su tamaño. Visvakarma respondió:
“A instancias de Indra construí una ciudad llamada Lanka. Creo que se adapta a su gloria. Vayan y tomen posesión de ella.”
Y así lo hicieron.
Esta es una sección del libro “Ramayana Tal Como Es”, en Espanol.
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