“La noche en la cual se estaba discutiendo precisamente sobre aquella intrincada cuestión, los visitó Vyasa, el gran sabio de alma pura y sin contaminación. A su llegada los Pandavas y sus compañeros se inclinaron a sus piés con gran reverencia.
‘Bhima’, dijo Vyasa interviniendo en la discusión. ‘Tu hermano tiene la razón. Nosotros conocemos tu fuerza y el valor militar de Arjuna, y comprendemos que tú quisieras partir en este mismo momento para destruir a tus enemigos; ante una situación como esta no se debe ser impulsivo.
¿Piensas que tú eres el único gran guerrero del planeta Tierra? ¿Piensas que entre tus enemigos no habrá nadie que tenga fuerza y valor? Estás equivocado, porque en el campo de batalla encontrarás soldados prácticamente invencibles. Aparte de Duryodhana y sus hermanos, quienes son almas malignas, pero inigualables en la batalla. ¿Te has olvidado de que Bhishma, Drona, Bhurisrava y Asvatthama, aunque no compartan su curso de acción, se verán obligados a luchar de su lado?
¿Te has olvidado de Karna? ¿Cuántos otros más sin duda van a alinearse en contra de ustedes? Antes de penetrar en Hastinapura tienen que volverse más fuertes y obtener armas nuevas y más poderosas. Esta es la manera correcta de utilizar los años de su exilio.’
‘Pero ¿cómo podremos fortalecernos en el bosque si no podemos tener contacto con nadie?’, respondió Bhima. ‘Esto no es un lugar de preparación militar sino uno para la meditación y el ascetismo.’
‘Ustedes no necesitan aliados’, aseguró Vyasa, ‘sino otra cosa. Cuando Indra luchó contra Arjuna en Khandava, quedó inmensamente satisfecho con su valor y su carácter noble, y en esa ocasión dijo que si lograba obtener el arma Pashupata de Shiva también él le habría concedido la suya.
Ha llegado el momento en el que Arjuna debe partir hacia el norte para ir hacia los picos del Himalaya a adorar a Mahadeva y así lograr que se le conceda la Pashupata.
Bhima, Duryodhana les tiene tanta envidia que sin duda habrá guerra, pero hay que prepararse para ganarla, y para lograr eso necesitarán armas celestiales.’
Tras la visita de Vyasa, los Pandavas regresaron a Kamyaka, estableciéndose en las orillas del río Sarasvati. Unos días más tarde volvieron a hablar del tema que predominaba en su corazón.
‘Arjuna’, dijo Yudhisthira, ‘como le dije a Vyasa, debemos prepararnos para la guerra. Por eso, si esperamos derrotar a guerreros del calibre de Bhishma, Drona, Karna y Asvatthama, debemos hacer lo que nos aconsejó Vyasa. Debemos ir hacia el norte, a los Himalayas y conquistar las armas de los mejores semidioses.’
Esas palabras fueron como música para los oídos de Arjuna, quien se sintió liberado de un letargo forzado. Feliz de volver a la acción y de poder prepararse para la guerra, partió unos días después.
Habían pasado seis años desde el día que había comenzado su exilio.”
Esta es una sección del libro “Mahabharata, vol. 1”, en Espanol.
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