Pregunta: También en este capítulo nos encontramos frente al habitual problema espinoso: ¿cómo podemos aceptar la existencia, de hecho aceptar estudiar, algo que no se puede ver, que no se puede oír, que ni siquiera se puede percibir?
Para nosotros, los occidentales, la racionalidad es un problema real. En general, la razón es un elemento positivo, particularmente constructivo, que puede prestar una ayuda sólida y casi decisiva cuando se quiere comprender la mayor parte de los principios de la filosofía y de las ciencias espirituales. Pero cuando se convierte en una limitación, entonces se convierte en un verdadero obstáculo en la adquisición del conocimiento. En otras palabras, hay ocasiones en las que la razón se convierte en un enemigo. Al igual que ocurre con la mente, esto también se aplica a la inteligencia. Encontramos confirmación de esto en el Bhagavad-gita.
“Con la ayuda de la mente uno debe liberarse, no degradarse. Es amiga de las almas condicionadas, pero también puede convertirse en su enemiga. Para quien la ha conquistado, la mente es la mejor de las amigas, pero para el que no lo haga será su mayor amenaza.[1]“
Nuestros mecanismos de razonamiento tienen algunos problemas básicos, ya que están hechos de esquemas preestablecidos, de bloques similares a casas prefabricadas. Y todo lo que no entra dentro de él es automáticamente expulsado bajo cargos de irracionalidad y es catalogado y colocado en los archivos de cosas de menor valor. Pero de ninguna manera debemos creer que nuestro aparato de razonamiento ejerce un poder ilimitado. En cambio, sería positivo introducir el elemento de la duda, preguntarnos si a veces no nos volvemos irracionales con un uso incorrecto de nuestra razón.
Tenga cuidado de utilizar bien esta importante energía. Aprendemos a dudar de nosotros mismos, de nuestras conclusiones, de nuestras creencias. Después de todo, ¿somos perfectos? ¿No podemos, por el contrario, ser víctimas de un error en cualquier momento?
En el Bhagavad-gita, Srila Prabhupada dice:
“El alma condicionada sufre de cuatro defectos claramente visibles: tiene sentidos imperfectos, una marcada propensión a engañarse (a sí mismo y a los demás), está segura de que cometerá errores y de que puede ser víctima del engaño. Debido a estos cuatro defectos principales (presente) en la vida condicionada, estamos desprovistos de calificaciones…”[2]
Esto no significa que no debamos utilizar la razón, sino que debemos aprender a utilizarla bien, con un ejercicio equilibrado de dudas y convicciones, nutrido del estudio y la práctica de los principios del yoga.
Con demasiada frecuencia olvidamos que no sólo existe lo que podemos percibir con los sentidos. En este momento no vemos la India, pero eso no significa que la India no exista: simplemente significa que en este momento nuestro sentido visual no es capaz de mostrárnosla.
Imaginemos un diálogo, un amigo que viene a visitarnos después de un viaje a la India. Él: “Sabes, he estado en la India, un lugar maravilloso, me he bañado en el Yamuna y el Ganges, he oído a los sabios cantar y hablar de filosofía… ha sido una experiencia fantástica”. Y nosotros: “Pero no lo veo; ¿quién me dice que ese lugar existe? Debo tener fe en ti y en lo que dices… no, no lo veo, por lo tanto no existe para a mí.” Y él: “Si no me crees y quieres ver todo lo que te he dicho, súbete a un avión y vete, así comprobarás su existencia”. Y nosotros: “Pero debo tener pasaporte, solicitar un visado, pagar el billete, pasar más de ocho horas en un avión… demasiado complicado. No se puede hacer nada al respecto; y en cualquier caso, ya que No veas la India, para mí no existo.”
Este diálogo puede parecer trivial, pero refleja fielmente nuestra mentalidad.
[1] Bhagavad-gita 6. versículos 5 y 6
[2] Capítulo 16 versículo 24, comentario
Esta es una sección del libro “La Filosofia del Bhakti Yoga”, en Espanol.
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