“Unos años más tarde la virtuosa Kunti se casó con el valiente Pandu. La vida del príncipe, en compañía de sus dos mujeres, transcurría en plena delicia, pero la sombra de la predicción de Vyasa se estaba aprestando.
Un día de primavera, estando de caza en el bosque acompañado de Kunti y Madri, Pandu vio dos ciervos que se apareaban cerca de los árboles. En ese momento, olvidando las reglas de las escrituras que prohíben la matanza de cualquier animal en el acto de apareamiento, lanzó una flecha que penetró en el cuerpo del macho. Para la sorpresa del Rey, el animal herido empezó a hablar diciendo:
‘No soy un ciervo; soy un ermitaño que vive en estos bosques. Cegado por la intoxicación de la caza, me heriste mientras, bajo esta apariencia que he asumido gracias a mis poderes místicos, yo copulaba con mi legítima esposa. Has cometido un grave error. Predigo que vas a morir tan pronto trates de tener relaciones sexuales con tus esposas.’
El sabio murió un momento después.
Angustiado por la culpa de haber matado a un Brahmana y por la maldición que a partir de ese momento le impediría tener hijos, Pandu, acompañado de sus esposas, dejó el reino y se retiró hacia el bosque.
Para los Bharatas, que se encontraban una vez más sin un Rey, esto era una gran desgracia. Como ya se ha mencionado, Dhritarastra estaba afectado por la ceguera y Bhishma se vio obligado de nuevo a gobernar, en la espera del nacimiento de los hijos de uno de los dos nietos.”
Esta es una sección del libro “Mahabharata, vol. 1”, en Espanol.
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