“El Rey Santanu fue el cuadragésimo séptimo descendiente de la noble estirpe de Kshatriyas provenientes de Brahma a través de Chandra, el Deva de la luna. Su padre se llamaba Pratipa y había sido un gran Rey, amado por sus súbditos por su sabiduría y rectitud. Santanu siempre recordaba un episodio contado por su padre cuando él era muy joven.
‘Un día, mientras meditaba en Vivasvan, Pratipa le había contado, una chica emergió de las aguas del Ganges, y con el evidente deseo de tenerme como su marido se sentó en mi pierna derecha. Yo le advertí:
‘Mi querida joven, ¿no sabes que una mujer no debe acercarse a un hombre mientras está meditando? Además, tú estás sentada en mi muslo derecho, como suelen hacer las hijas o las nueras, así es que no te puedo aceptar como esposa, pero si lo deseas, puedes ser mi nuera.’
Entonces el Rey Pratipa le dijo a su hijo Santanu:
‘Sé que aquella chica va a volver y te pedirá que te cases con ella. No la rechaces, pero si deseas conseguir grandes méritos, nunca le pidas su identidad o lo que realmente quiere de ti’.”
Pasó más de un año desde ese día y fue un período de intensa alegría y felicidad. El Rey estaba contento y satisfecho con su amada Reina.
Después de un tiempo ella dio a luz a un niño, pero la alegría fue sofocada por una tragedia inesperada ante el asombro y el horror de todos: la Reina tomó al bebé y lo tiró en el Ganges, matándolo.
Santanu, quien había esperado a su heredero durante mucho tiempo, estaba desesperado, pero no podía decir nada recordando las condiciones prometidas: no debía impedir ni criticar a su esposa, de lo contrario ella lo abandonaría. A pesar de lo que a todos le pareció un momento de locura, por lo demás era una mujer excepcional, cariñosa, amable, profundamente leal a su marido y a sus deberes como esposa y Reina.
Entonces nació el segundo hijo, quien tuvo la misma suerte que el primero. Y luego el tercero y el cuarto. Santanu estaba desesperado. No podía entender las razones para tal comportamiento. ¿Qué la había llevado a matar a sus hijos? Pero tenía demasiado miedo de perderla para protestar.
En los años que siguieron, mató a siete de sus hijos, todos de la misma manera, ahogándolos en el río.
Llegó el octavo embarazo.
Cuando nació el bebé, la Reina lo tomó en brazos con una horripilante calma y se dirigió hacia el río, con la obvia intención de ahogar incluso a aquel recién nacido. Pero Santanu ya no podía tolerar el horror que le invadía.
‘¡Basta ya!’, gritó. ‘¿Qué vas a hacer? ¿Qué tipo de monstruo eres? ¿Por qué matas a nuestros hijos? No entiendo por qué cometes estos crímenes, pero impediré que vuelvas a matar.’
También se dio cuenta de que debía haber algún misterio detrás del extraño comportamiento. De hecho, la Reina, a pesar del estallido violento del Rey, no mostró ninguna de las reacciones que una persona normal habría tenido en tales circunstancias. No reaccionó de ninguna manera, sólo se veía triste y decepcionada.
‘Siento haberte hecho sufrir’, lamentó ella con su habitual voz suave, ‘pero ha habido razones para ello. Créeme. Una voluntad superior a todos nosotros me ha obligado a matar a nuestros hijos.’
Hizo una pausa, miró a su alrededor y luego declaró:
‘Ahora tendré que irme. ¿Recuerdas la condición que te impuse? Si te hubieses opuesto te habría dejado. Eso también es parte de los planes del destino, esta fuerza es a menudo incomprensible para nosotros. Ahora me voy. Este niño, a quien voy a llamar Devavrata se irá conmigo, pero cuando haya crecido lo traeré de vuelta y permanecerá contigo.’
Santanu no quería perderla, y sintió dentro de sí un gran dolor, pero también fue embargado por una fuerte curiosidad por saber lo que había causado estos dramáticos acontecimientos.
‘Pero al menos dime lo que ha pasado. ¿Por qué te has comportado así? ¿Por qué mataste a nuestros hijos?, preguntó Santanu. ¿Qué o quién te ha obligado a hacerlo?
‘Soy Ganga, la diosa del río Ganges, reveló ella. Este gran río, santificado por la cabeza del dios Shiva, que desciende de los planetas celestiales y que continúa fluyendo en esta tierra, es mío.
Santanu se sorprendió: ¿su mujer una diosa? ¿La diosa del río Ganges? No lo podía creer.
‘Si quieres, puedo decirte lo que sucedió en la vida pasada y la razón que me indujo a ahogar a nuestros hijos.’
Y ella comenzó a contar.
Esta es una sección del libro “Mahabharata, vol. 1”, en Espanol.
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