Sri Jiva ciertamente no había olvidado la instrucción de Nityananda Prabhu de ir a Vrindavana y vivir con sus tíos. Después de unos años sintió crecer en él un ardiente deseo de reunirse con ellos; así dejó Benarés y se fue a Vrindavana. Corría el año 1533 y Jiva tenía veinte años.
Aparte de su increíble producción literaria (aparentemente escribió no menos de 400.000 versos en sánscrito), no se sabe mucho sobre su estancia en Vrindavana. El Bhakti-ratnakara nos informa que cuando llegó allí, además de los otros cinco Gosvamis, también encontró a Prabodhananda Sarasvati, Kasisvara Pandita y Krishnadasa Kaviraja, pero ciertamente debe haber habido muchos otros bhaktas en ese momento.
A Sri Jiva le hubiera gustado aceptar la iniciación Vaishnava de su tío mayor, pero debido a su humildad natural, Sanatana lo envió adonde Rupa. Conociendo bien la erudición de Jiva y pensando que algún día podría volverse arrogante, Rupa Gosvami lo puso a prueba involucrándolo en humildes servicios. Pero este último, nada orgulloso, servía a su tío-gurú con gran modestia y compromiso. Finalmente, Rupa lo aceptó como discípulo y le concedió la iniciación.
Esta es una sección del libro “Tattva Sandarbha”, en Espanol.
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